Con esta historia, basada en hechos reales, queremos que te conciencies, amigo lector, de la importancia de la firma del cliente en los documentos de la empresa, especialmente al prestar el servicio o al entregar la mercancía:
Juan tiene una empresa que se dedica a producir frutas y verduras, hermosas, frescas y coloridas; su negocio va bien, trabaja muy duro y posiblemente por eso es. Un buen día un amigo de Juan le cuenta que un primo suyo, de nombre Agapito, «acaba de montar una frutería y busca un proveedor de confianza y quién mejor que tú, amigo Juan, que llevas mucho en el negocio».
Como acababa de abrir, Agapito necesitaba surtir la frutería entera del excelente género de Juan, por lo que le hizo un pedido inicial de 500€.
Juan entregó la mercancía y preparó aprisa un albarán de entrega en un taco autocalcante de dos hojas: rosa y amarilla, entregándole el calco a Agapito.
En el albarán decía:
CLIENTE: Agapito
Domiclio: C/ Limón, 23
DNI:
Por: suministro de fruta
Y nada más.
Al cabo de tres semanas Juan repasó su cuenta bancaria y observó que Agapito no le había pagado por el banco, como así habían acordado. Como no tenía el teléfono de Agapito, decidió personarse en su negocio y así, aprovechar para tomarse un vino con su nuevo amigo y cliente.
Pero la frutería de Agapito tenía la persiana cerrada.
Tiempo después, volvió a encontrarse con su amigo y le contó lo que había pasado:
-¡Pobre de mi primo Agapito! -exclamó- ¡Tuvo que cerrar a la semana de abrir porque no le dieron el permiso de Sanidad!
Juan volvió a su oficina y revisó nervioso la documentación de Agapito pero solo encontró un papel rosa escrito por él mismo en el que no aparecían los apellidos de Agapito, ni su DNI, ni su dirección, ni tampoco estaba firmado.
Y entonces juró en arameo. Y su abogado también.